martes, 11 de septiembre de 2012

LAS CREENCIAS SOBRE EL ABUELITO HUENTEAO

 En esta página trataremos las creencias en torno al Abuelito Huenteao (también se le llama Huetiao). Iremos entregando diversos antecedentes y relatos de nuestra gente mapuche huilliche de San Juan de la  Costa.

LOS VIAJES A LA COSTA

Los largos viajes al mar son una de las experiencias mas importantes en la vida de los huilliches.   Imposible olvidar el paso por la misteriosa y desolada Cordillera de la Costa, la visión del inmenso mar, con sus olas y el contacto en un lugar sagrado de Pucatrihue con el Abuelito Huenteao.
Así nos fue contado un viaje por la ya anciana María Froselia Naipan.

"Cuando era chica me llevaron al mar, fuimos a mariscar, a traer de todo ¿no ve que en el mar hay cosas que se pillan?: el loco, el luche, la cochaguasca, el cochayuyo.   Un viejito, que era mi abuelo, se fue al mar, a Pucatrihue.   Me llevaron, yo era muy niña ¿sería valiente, cómo es que fui?
Salimos a medianoche, porque muy arriba de la cordillera se nos amaneció.   En el monte saltaban los caballos y casi me caí, me amarro el finado de mi abuelo a la montura "aunque salte el caballo no te caí", me dijo.   Llegamos con el sol bajo, hicimos comida de carne, llevamos catuto y el milcao, porque casi no se conocía el pan, la harina, no habíaa molino, solo como a los doce años se empezó a moler y teníamos que ir en carretas para ese lugar.   Bueno después de preparar la comida partimos donde el Abuelito Huenteao, llevamos una ollita llenita de harina, también catutos, un plato de linaza y otro de pan, de tortilla, eso le fuimos a dejar.  Ahí rezó mi abuelo, me dijeron que me hincara de rodillas y lo hice.  Hay una mesita de piedra frente a lo que se conoce como la puerta de la casa del Abuelito Huenteao, esta cerrada.   Dejamos las cosas en la mesa, ahí rezamos y habló, conversó mi abuelito pero no respondia nada.   Yo miraba a todas partes, asustada por el agua, por el mar y todo.   Le hablarían de seguro a mi abuelo, porque el respondió "Feiye, feiye, feiye..."
Después de eso estaba conversa y conversa, hablaba afuera solo, yo seguia mirando el mar, el banco de arena, el puente que se formaba para pasar donde el Abeulito Huenteao. Mi abuelo seguía en lo mismo, conversa que conversa.
Cuando ya nos íbamos a levantar para venirnos, "uuuuuuu...", dijo la roca, parece que se movio toda la casita del Abuelito Huenteao, que era bonita y rodeada de flores.   Salimos, pero antes llenó mi abuelo una jarrita del agua del pozo que tiene el Abuelito Huenteao.   Ese pozo estaba lleno de ponpon, habia que destaparlo para sacar el agua clarita, cristalina.
Al otro día me dijeron que fuera a traer las cosas.   Yo fui, no tenia miedo, no andaba con insolencias asi que no podia pasarme nada.   Cuando llegue estaba todo boca abajo en la mesa, no habia pan, no habia harina, ningun poquito se habia botado, la olla estaba limpiecita, esto lo tengo en mi corazon como si sólo fuera ayer.   Esos recibian la comida, todo lo que van a dejarle, pero ahora dicen que  no se puede entrar ahí, porque no se hace el banco de arena, porque los huincas querían destruir la casa ¡¿que les hace la casa¡? ¡nada, no les hace nada¡ los hunicas querian destruirla, la querian partir con dinamitas, pero no pudieron, dos intentaron pero murieron ahí.   Cuando fueron a hacer eso los encerro el agua y después ya no se admitió mas gente donde el Abuelito Huenteao.   Ahora solo les hablan de afuera."

 El viaje de la abuelita María Froselia Naipan no es una excepción.   Es común que los habitantes de la zona de dirijan en determinadas épocas del año (primavera) en largo peregrinar a los lugares de la costa en busca de los productos del mar.

1 comentario:

  1. muchas gracias por compartir los hermosos relatos del Taitita ....me encanto .
    saludos

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